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4 mayo, 2024
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Eduardo González Palmer, maravatiense que paso a la historia del futbol mexicano

Maravatío, Michoacán.- Se trata de uno de los duelos que dieron origen a la gran rivalidad que América y Guadalajara mantienen hasta nuestros días. El Clásico Nacional es lo que es gracias a un compromiso celebrado el 12 de mayo de 1954 en el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria.

La Copa México de la temporada 1953-1954 se definiría a un solo encuentro de desempate después de que Cremas y Chivas acabaran con la misma cantidad de puntos en la Fase Final por el título. Desde el principio, el duelo se anticiparía como una batalla campal, una de las génesis del Clásico más importante del país.

El primer tiempo sirvió para dejar en claro que ninguna escuadra cedería. Pero para el complemento, cuando el cronómetro marcaban 50 minutos tendría lugar una acción que cambiaría la historia no solamente de esta Final sino también de la institución centenaria.

Una acción artera de De la Torre propició que el portero americanista, Manuel Camacho, respondiera con una agresión y resultara expulsado. Después se inició una gresca entre los dos conjuntos, la bronca fue una de las más memorables de la década.

En una época en la cual todavía no existía la sustitución como parte de la regla de juego, el goleador Eduardo González Palmer fue el encargado de proteger la meta crema.

América se quedaba con 10 jugadores, sin su gran artillero y sin el momento anímico para encarar el resto de esta Final. La contención de daños sirvió para acabar el tiempo reglamentario; tocaba ahora 40 minutos de tiempo extra.

Por si fuera poco, el conjunto capitalino tenía que enfrentar otra adversidad: corriendo apenas tres minutos del suplementario,Eduardo Arellano abría el marcador para los rojiblancos.

Cuando parecía que el título se iba a Guadalajara, José Santiago lograba equiparar heroicamente los cartones desde los 11 pasos. El empate persistió después de los tiempos extras y tocaba el turno a la serie de penales.

Un jugador por bando ejecutaría tres tiros desde el manchón, empezando por Chivas que elegiría a Rafael Rivera como el encargado de «sacrificar» al portero improvisado del Club América.

Oriundo de Maravatío, Michoacán Eduardo González Palmer pasaría a la historia del futbol mexicano en aquella memorable tarde. El espíritu americanista impregnó la humanidad del artillero para tirarse a su costado y detener el segundo penal de Rivera.

Ahora Eduardo Fizel tenía que anotar sus tres penales a su cargo para que el América fuera Campeón cosa que así sucedió. Fue un triunfo redondo del americanismo, y González Palmer le ganó la partida nada más y nada menos que un consolidado: Jaime «Tubo» Gómez, uno de los más grandes ídolos en la historia de Chivas y que fue incapaz de detener a los cremas que tenían a un «portero» que por una tarde se cubrió de gloria bajo los tres palos.

El Club América forjaría su historia no sólo a base de la consecución de varios títulos, sino en la forma de obtenerlos. La Final de la Copa México en 1964 es un ejemplo de ello, dejando con las manos vacías al que sería el odiado rival. Un precedente sin duda del Clásico y del futbol mexicano.

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