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El Señor de Araró, una de las devociones más queridas en el oriente Michoacano.

Cada año, en el segundo viernes de Cuaresma, cientos de peregrinos de Michoacán y otros estados del país visitan, agradecidos y con entera fe, el Santuario del Señor de Araró.

Este recinto de la fe se encuentra al oriente del estado de Michoacán, en el Municipio de Zinapécuaro. La Parroquia, como tal está dedicada a San Buenaventura de las Aguas Calientes de Araró.

Labrada con la antigua técnica purépecha de pasta de caña, también conocida como “tatzingueni”: una mezcla de caña de maíz pulverizada con bulbos de una orquídea silvestre conocida como “tatziqui”.

La sagrada imagen de este soberano Cristo data, posiblemente, del siglo XVI, y presenta a Jesús expirando en la cruz, con la espalda lastimada por los azotes y brazos amoratados por las huellas del látigo.

Quien contempla esta imagen experimenta un indescriptible placer estético por la finura artística, al tiempo que una tierna devoción, nacida de lo más profundo del alma. Es así que miles de mujeres y hombres, personas adultas y pequeños llegan año con año a encontrar consuelo a los pies benditos de este Cristo.

Las Fiestas en honor del Señor de Araró se prolongan con el traslado de la bendita imagen a la Parroquia de San Pedro y San Pablo en Zinapécuaro, donde permanece 50 días, es en torno a la cuaresma, la Semana Santa y la Pascua, pues el Cristo de Araró es una imagen que nos adentra en el misterio pascual de Jesús.

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