Ayer por la noche, la sexta Luna del año llegó acompañada de una sorpresa. Desde distintos puntos de México, miles de personas levantaron la vista para ver, una vez más, al satélite natural de la Tierra en su máximo esplendor. Las fotografías no se hicieron esperar, pero otro fenómeno llamó la atención.
Alrededor del astro se formó un halo luminoso que hizo aún más intensa su belleza, pero muchos se preguntaron ¿por qué se produjo ese halo de luz?
La explicación está directamente relacionada con las condiciones de la atmósfera. A pesar de la onda de calor que vivimos en tierra, a unos cuantos kilómetros de altura las bajas temperaturas propician la formación de cristales milimétricos de hielo que refractan la luz creando la apariencia de un halo que rodea a la Luna.
Lo cierto es que es más común observar este fenómeno durante el día, cuando los milimétricos cristales de hielo refrectan la luz solar: el fenómeno es incluso más intenso durante el invierno.
En el caso de la Luna el anillo se forma cuando la luz de esta “se dobla” al pasar a través de los cristales de hielo. La condición adicional es que existan nubes lo suficientemente altas, frías y delgadas para que el fenómeno se produzca y sea visible.
Ahora bien, en sus distintas posiciones la luz de la Luna cambia y aumenta o disminuye su intensidad. Al estar en la fase conocida como “Luna llena” es más factible que produzca un halo como el que se pudo presenciar anoche.
Naturalmente, la formación de este fenómeno no guarda la relación con las intensas temperaturas que vivimos en la superficie y tampoco, con la ocurrencia de sismos, como mucha gente llegó a decir en redes sociales.
El fenómeno no es otra cosa que un espectáculo producto de la interacción de la luz y material disperso en la atmósfera, principalmente al nivel de la troposfera, que se encuentra a 10 kilómetros de altura y cuya temperatura es de aproximadamente -65ºC.
